Sucesión 2010, la guerra que viene

martes, 18 de agosto de 2009

Escrito por Víctor Leonel Juan Martínez. De “Revolucionemos Oaxaca”.
I. Escenarios de la sucesión; el inicio

“No nos une el amor, sino el espanto”, una frase de Borges, sintetiza el llamado de políticos y partidos opositores a constituir una alianza para enfrentar al PRI en los comicios del año próximo, en que se disputan la gubernatura, el Congreso local y las presidencias municipales.
Y es que, entre las muchas consecuencias que traen los resultados de la elección federal del pasado 5 de julio, es la redefinición de los escenarios en Oaxaca para la sucesión gubernamental del 2010. Para el PRI porque, en la correlación interna de fuerzas, el carro completo fortalece algunas posiciones en detrimento de otras. Para los partidos opositores, porque, igual que sucediera en 2003, tras el proceso electoral federal, inmediatamente han denunciado que en Oaxaca se realizó una elección de Estado y han convocado a una alianza opositora, como la única vía para ganarle al hegemónico partido y organizar un gobierno de transición.

Sin embargo, habrá que analizar con mesura el aparente “regreso” del PRI como primera fuerza política. Si se observa con detenimiento puede apreciarse que el regreso espectacular no es tal. En cambio lo que sí evidencia la jornada es un aparatoso desplome del PAN y una desastrosa división de la izquierda, que en tres años dilapidó el mayor capital político-electoral de su historia. Así lo muestran los datos, pues el priismo mantiene el promedio de votantes en elecciones intermedias y en situaciones de alto abstencionismo, como el presentado el 5 de julio (Ver Las lecciones de la elección, revista En Marcha 116, en circulación).

Una situación que encuentra un claro ejemplo en una de las entidades claves en esa engañosa recuperación, en donde el tricolor arrasó en todos los distritos electorales y aportó más diputados a su causa: Oaxaca. Si bien el PRI obtiene el 43.8 por ciento de la votación, es menor a lo alcanzado en 2003 en que logró el 44.49 de los sufragios emitidos; y es la tercera cifra más baja en su historia en la entidad, sólo después de la elecciones presidenciales de 2004 (42.73) y 2006 (ahí obtuvo 31.72). En procesos intermedios, es el porcentaje más bajo que ha obtenido.

En contrapartida, para el PRD es la segunda votación más baja en su historia estatal al obtener el 15.9 por ciento de la votación y ser relegada al tercer lugar. Su bajo porcentaje de votos es superado sólo por un lejano 9.26 obtenido en 1991, su primer año en que participa como partido político.

Para el PAN, en Oaxaca también decae ligeramente, si bien se posiciona como segunda fuerza en la entidad al obtener el 16.4 por ciento, poco más de un punto porcentual menos del alcanzado hace seis años (17.6)

Convergencia también baja la votación obtenida (4.6 por ciento), respecto al 2003 (5.1). Y el PT obtiene su máximo histórico en la entidad (4.9 por ciento), superando con creces el 3.1 obtenido hace seis años.

Aquí se puede notar que si bien hay una recuperación del PRI respecto al 2006, en mucho se debe a que ese proceso fue atípico, como hemos explicado en otros textos (Cuando los abstencionistas deciden. En Marcha 113), pero que en una perspectiva ampliada, se puede apreciar que se conserva dentro de su promedio, e incluso que va a la baja, si consideramos la variable de participación-abstención que también abordamos en el artículo de referencia; además de que en ese año, la disputa se dio entre coaliciones de partidos.

Por supuesto, estos resultados electorales, si bien son una base con la que los partidos arrancan con miras a la próxima sucesión presidencial del 2012, no sólo no las condiciones, sino que están muy lejos de garantizar resultado alguno.

Entonces no se puede confiar en que esta elección intermedia sea una radiografía de lo que sucederá en los comicios a presidente de la República o a gobernador del estado. Incluso sin considerar nada más que las estadísticas electorales, sin valoraciones del contexto y la coyuntura, los datos duros conducen a escenarios distintos.

Tras la pérdida de la presidencia del 2000, como hemos visto, en 2003, el PRI tuvo una “regreso” similar, tan sólo para que tres años después, en 2006, tuviera una severa derrota que lo ubicara como tercera fuerza política.

Se puede decir lo mismo de la disputa por la gubernatura del próximo año. El promedio de votos que ha obtenido el PRI en las dos últimas elecciones a gobernador, es ligeramente superior al 47 por ciento. Los votos sumados a favor del PAN y PRD, son en promedio del 45 por ciento, en esos años de 1998 y 2004.

El 5 de julio pasado, la suma de los votos de los posibles partidos que integren una alianza alcanza el 42 por ciento; a menos de dos puntos porcentuales de los obtenidos por el PRI. Así las cosas, una abstención menor, combinado con una coalición de partidos y una estrategia inteligente, nos permite observar que puede construirse un escenario de alta competitividad en las elecciones de 2010

Más allá de las cifras, un hecho a destacar es que merced a la correlación de fuerzas dibujada por esos comicios, paradójicamente a lo que ha sido su tradición, la decisión en el PRI será eminentemente local; es decir, el proceso sucesorio estará definido por las estrategias de los actores políticos que pretenden la candidatura, los grupos de interés locales, y jugando con más libertad que nunca, el gobernador del estado marcará la pauta.

Por el contrario, la posición de los partidos opositores dependerá en gran medida de los acuerdos y lineamientos de sus dirigencias nacionales. La dinámica de lo que suceda en el país, será decisivo para el rumbo que para el 2010 tomen PAN, PRD, PC y PT.

No son otras las razones, sino querer influir en ese proceso, de las recientes visitas del expresidente Carlos Salinas de Gortari, del “presidente legítimo” Andrés Manuel López Obrador y del recién ungido dirigente nacional del PAN César Nava. La gubernatura de Oaxaca, junto con los otros procesos estatales que se realizan el año próximo, son trascendentales para definir los rumbos del proceso de 2012. De ahí su importancia estratégica.

Son estos escenarios y posibilidades las que revisaremos a continuación.


II. El PRI, continuismo hacia atrás

Tras sus triunfos de 2007 y 2009, el PRI está lejos de seguir el consejo de Sun Tzu: “cuando se ha conseguido la victoria, no vuelvo a emplear la misma táctica otra vez, sino que, respondiendo a las circunstancias varío mis métodos hasta el infinito”. Aquí por el contrario se empecinan en seguir una estrategia que poco tiene que ver con el hábil ejercicio de la política y, con las viejas reglas no escritas del sistema político mexicano, se está jugando la definición del candidato del PRI a suceder a Ulises Ruiz Ortiz (URO). Aunque, aparentemente son media docena los aspirantes, las posibilidades reales se reducen a dos o tres.
¿DELFINATO?

Con el arrollador triunfo priista, “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit), crece la probabilidad de que el gobernador Ulises Ruiz imponga como su sucesor al cuestionado Jorge Franco Vargas. Hasta antes del 5 de julio en los corrillos de la real politik se señalaban los riesgos de tal determinación: el veto del gobierno federal, la animadversión de distintos sectores de la población hacia su candidatura, la posibilidad de reactivación del movimiento social y del magisterial en su contra, una creciente corriente interna adversa que podría fracturar al partido.

Tras los comicios federales esas variables cambiaron. Siendo el presidente Felipe Calderón el principal derrotado, nada podrá hacer para vetar a ningún candidato, máxime que URO es de los artífices del triunfo del PRI que defenderá sus intereses ante cualquier intento de intromisión del gobierno federal.

La influencia notoria de Franco en el gobierno ulisista y su permanencia al frente del PRI, le han permitido crear una estructura de incondicionales y aliados en toda la entidad; además, ya mediante los amplios recursos económicos de que hace uso o bien por la mano dura de que hace gala, copta o dobla a adversarios, presidentes municipales, dirigentes opositores, tránsfugas priistas, para que entren a su redil.

La impopularidad del dirigente estatal del PRI sería el factor de mayor preocupación pues puede unir a todos en su contra, fracturar al partido y, en sentido contrario, generar el impulso que requeriría un candidato opositor para ganar los comicios. Sin embargo, en la valoración interna se soslaya este riesgo, la soberbia hace pensar que el antídoto para contrarrestarlo se encuentra en la bien aceitada maquinaria priista y la estructura gubernamental (que para el caso es la misma), además de los millonarios recursos públicos que se destinarán a la compra y coacción del voto, así como a la cooptación de dirigentes seudo opositores.

Del movimiento popular, éste se encuentra desarticulado y, si no hay una situación de gravedad que lo reanime, poca incidencia tendrá en el proceso electoral del 2010; del magisterio difícilmente el gobierno repetirá la estulticia del 2006, más bien estará presto a satisfacer los avorazados intereses de la sección 22, para que, ésta finja llamar al voto de castigo y se retire; y es que ese discurso y prácticas magisteriales, también son artilugios conque cuenta el PRI para sostenerse en la entidad.

Sin embargo, nunca se tiene todo el control y habrá que esperar cómo se mueve la correlación de fuerzas e intereses diversos que rodea todo proceso sucesorio.
¿REBELIÓN INTERNA?

En los escenarios del PRI, todo indica que sólo las aspiraciones del senador Adolfo Toledo Infanzón podrían descarrilar las intenciones de la imposición. El istmeño se ha preparado durante tres sexenios para este momento, en los que ha montado una sólida estructura, particularmente robustecida durante su paso por la Secretaría de Desarrollo Rural (en ese entonces SEDAF) y el COPLADE, posiciones desde las cuales no sólo creo un equipo de incondicionales en la estructura gubernamental y partidaria en toda la entidad, sino que también estableció relaciones con grupos opositores, organizaciones sociales y diversos actores políticos regionales y locales.

Por otro lado, ha estado lejos de enfrentarse abiertamente con los equipos de los gobernadores con quienes ha trabajado: Diódoro Carrasco, José Murat y Ulises Ruiz. Por eso puede capitalizar los excesos en que ha incurrido la burbuja gobernante, pues aunque ha formado parte de ella, una buena parte de la militancia que desaprueba la faz autoritaria del régimen, podría identificarse con él.

Además, su posición como senador le permitió evitar una confrontación directa con los actores políticos en 2006 —si bien en la burbuja priista éste es uno de sus pecados—; del mismo modo le permite presentar una imagen alejada de la actual administración gubernamental, para no asumir los costos de sus yerros. Activos que serán de gran utilidad, máxime si se tiene que enfrentar a una alianza opositora.

En contra obraría la derrota en los comicios en el 2006, pues es senador plurinominal, dado que en la contienda de mayoría perdió ante las fórmulas de la Coalición por el Bien de Todos.

También en su pasivo se encuentra su conocida disciplina ante los designios del gran elector; acatar sin cortapisas una imposición: moverse sólo en los límites de lo permitido por las reglas no escritas del juego sucesorio, no romper con el PRI ni valorar siquiera la posibilidad de disputar por otra vía (como un partido de oposición) la gubernatura del estado. Esto representaría, quedarse a medias, justo en lo que parecería la más importante oportunidad en su carrera política, y con difíciles oportunidades de que pudiera repetirse.
LA PASARELA COMPLETA

De los otros personajes que manifiestan en público o en privado sus aspiraciones a suceder a URO: José Antonio Estefan Garfias, José Antonio Hernández Fraguas, Eviel Pérez Magaña, Héctor Pablo Ramírez Puga, Martín Vásquez, más los que se acumulen, son personajes necesarios para mantener la tradición de mostrar un amplio abanico de opciones, pero sus posibilidades son escasas y dependen de su habilidad para el manejo de las coyunturas y su capacidad de formar un capital político que les permita reclamar por lo menos un cambio en las reglas; sin embargo, difícilmente se atreverán a indisciplinarse o a exigir una consulta interna a las bases (la que, además, estaría controlada por el Comité Directivo Estatal del PRI, que a su vez está bajo el control de Franco.

Claro, en ese rejuego también puede fortalecerse alguna candidatura que el gran elector tenga siempre a la mano por sí fallan las condiciones para nombrar al favorito, así como para negociar con los intereses que se mueven en torno al proceso sucesorio. En los rituales priistas, estos guiños, deferencias, detalles incluso de la vida privada, son señales que se envían, lo mismo para desestimar a unos, como para encumbrar a otros.

Por eso se explica la creciente exposición del diputado federal electo Eviel Pérez Magaña, quien ha sido designado coordinador de la bancada oaxaqueña en la próxima legislatura federal y que realiza giras por toda la entidad; trabaja con el beneplácito del gobernante para ver “hasta dónde puede crecer”; cuando se tome la decisión, según el peso de los intereses y las presiones, puede estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado.

De ahí también los intentos de los otros personajes de hacerse notar lo más que se pueda. Sin embargo, sus apuestas son más bien a que la confrontación entre los candidatos con posibilidades reales se tensen a tal grado que se requiera a un tercero en discordia, lo cual es una contingencia lejana; pero, por los servicios prestados, bien pueden negociar una posición en el próximo sexenio.

No falta mucho para conocer la decisión final. El nombre del ungido habrá de conocerse antes de que concluya este año, pues los intereses son muchos y esperar en demasía, con esta clase política atrabiliaria, puede provocar una inestabilidad innecesaria.

III. Alianza opositora: “no nos une el amor sino el espanto”


Recién se conocían los resultados de los comicios del 5 de julio, cuando ya el senador Gabino Cué, llamaba a una alianza opositora con miras a las elecciones a gobernador de 2010, como única posibilidad de enfrentar al aparato estatal volcado a favor del PRI. Pronto respondía Ugartechea del PAN señalando que cualquier alianza tendría que ser construida desde la sociedad civil; más tarde, el panismo otorgaba un voto de confianza a su dirigencia para dialogar con otros partidos y evaluar las posibilidades de la alianza; en el PRD, Lenin López Nelio, formalmente secretario general del comité estatal, se pronuncia a favor de construirla. Esta semana, excandidatos del PRD, PAN y PC han convocado a un foro sobre el mismo tema.

El objetivo que los articula, es derrotar al autoritarismo priista. En ese sentido tienen razón, tal vez la alianza sea la única posibilidad de obtener un triunfo en los comicios del 2010; pero no basta, si no se propician las condiciones necesarias para ello.
ENEMIGOS EN LO FEDERAL, ¿ALIADOS EN LO ESTATAL?

La aparente buena disposición de los partidos políticos en el ámbito local, puede chocar con la confrontación que tienen en el federal; por eso las posibilidades de la alianza opositora estarán condicionadas por los acuerdos o desencuentros que se vayan tejiendo en la política nacional.

La cuestión de mayor relevancia es la relación entre el partido del presidente Felipe Calderón (PAN), con los partidos de Andrés Manuel López Obrador (PC-PT y una fracción de PRD). Un escenario complicado es que por un lado tengan una confrontación permanente, cargada de descalificaciones mutuas; y, por otro, coincidan en una candidatura de unidad en Oaxaca. Situación que, por supuesto, tampoco es imposible, ya en 2004 hubo un ejercicio similar, si bien entonces no existía un enfrentamiento al nivel que ahora protagonizan el autodenominado “presidente legítimo”, con Felipe Calderón y el PAN.

Ese constituirá uno de los principales obstáculos a vencer. Por lo pronto el nuevo dirigente nacional del PAN, César Nava, ha manifestado su disposición a construir una alianza en Oaxaca y ya hay acercamientos con la estructura formal del PRD.

Pero, falta vencer las reticencias de AMLO; ¿alguien se lo imagina compartiendo un mitin con César Nava?, y ya ha adelantado que “el PRI y el PAN son lo mismo”. De la valoración que haga el excandidato presidencial, también depende en mucho la definición de la alianza.
¿DE SEUDO OPOSITORES, A DEMÓCRATAS?

Otro obstáculo es, paradójicamente, la posición de las dirigencias estatales de los partidos políticos de oposición. Casi todos responden a los intereses del PRI.

O en el PRD local, a quien de las tribus y familias que lo regentan se imagina impulsando un gobierno de transición: ¿Los Jara?, ¿los Serrano Toledo?, ¿los Carmona Laredo, ¿los Vásquez Luis?, ¿los Ramírez Mijangos?, ¿los López Nelio Santiago?, etcétera, etcétera.

Y en el PAN: ¿a Carlos Moreno Alcántara, conocido por su complacencia con el gobierno en turno?, ¿a Guillermo Zavaleta que tan buenos servicios a hecho al ulisismo?, ¿a los diputados locales que sesión tras sesión rinden pleitesía al gobierno en turno?

Sin duda, si algo ha sido exitoso en el trabajo del PRI en Oaxaca y explica en mucho sus triunfos, ha sido que han puesto en práctica la máxima: “en política, todo lo que se compra con dinero es barato”. Y, lo mismo con prebendas, tráfico de influencias, recursos, el caso es que los seudo opositores, no hacen sino obedecer consignas. Fueron perredistas y panistas los que se opusieron en 2004 a una alianza opositora y no fue sino hasta que las dirigencias nacionales se los ordenaron, que tuvieron que plegarse. Los mismos que en el conflicto de 2006, fueron sostén del Legislativo y operaron en contra del movimiento social. Los que avalan lo mismo cuentas públicas, que atropellos legislativos.

Han constituido un dique ya no digamos para la transición en Oaxaca, sino para siquiera intentar hacer un mínimo contrapeso al Ejecutivo. Las repentinas posiciones contestatarias de personajes como Lenin López Nelio, obedecen más a pleitos por prebendas o a los excesos autoritarios del dirigente priista, a quien antes servía, que a una genuina voluntad democrática.

Seguramente, cuando los tiempos lo requieran o su patrón les instruya, esos opositores de membrete volverán a torpedear cualquier intento de alianza. Mientras hacen como que trabajan para ella, pero si se da, como hace seis, años trabajarán por cotos de poder, por las candidaturas que pepenen, difícilmente se comprometerán por un trabajo responsable.

La posibilidad es que las dirigencias nacionales la arropen, como en 2004, y en el ámbito estatal, algunos personajes más independientes del PRI-gobierno, como Ugartechea en el PAN o los diputados perredistas Othón Cuevas, Carlos Martínez, entre otros, pueden ser el puntal desde donde transformar el partido para generar el ambiente necesario para ir a una alianza.

Convergencia, posiblemente el más interesado en constituir la alianza, carece de la estructura y el peso necesarios para tal empresa, pero, irónicamente, la construcción de acuerdos que impulsan en el ámbito federal, es la que genera mayores posibilidades de concretarla.
EL CANDIDATO Y LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

Un tema que polarizará las discusiones será el de quién encabece la eventual alianza: el candidato. Y ya se apuntan tirios y troyanos. Como siempre, se preocupan por recoger frutos de un árbol que aún no han sembrado. “El mejor posicionado”, dicen algunos y esgrimen encuestas para demostrar que son los más conocidos y más viables para encabezarla, como el senador Gabino Cué.

Cierto, el candidato es importante, pero antes deben evaluarse los datos duros. En 2004 los sufragios obtenidos por la coalición Todos Somos Oaxaca (PAN-PRD-PC), con Gabino Cué como candidato, no resultó sino la suma del voto duro de esos partidos. La participación en ese año, fue del 50 por ciento, es decir, no concitó mayor expectativa más que en quienes habitualmente votan en ese tipo de comicios.

Así, si existe una alianza de todos los partidos opositores y la participación ciudadana es igual al promedio de elecciones a gobernador (el 50 por ciento), el juego estará en la cancha priista. Un eventual triunfo opositor en esas condiciones sería por un escaso margen, que la “ingeniería electoral” del tricolor subsanaría sin mayor problema: con una caída del sistema, en casillas zapato en donde no se presenten representantes opositores o en el traslado de los paquetes. Además no hay que olvidar que el árbitro de la contienda (el IEE), juega del lado del PRI. Se requiere entonces una participación que supere los 55 puntos porcentuales, para contrarrestar, y apenas. Sólo el 60 por ciento de electores en las urnas o más, nulifican cualquier operación mapacheril.

Entonces, se requiere un candidato que pueda generar amplias expectativas en la población. Hasta ahora no hay ninguno. Y no se construye de un día para otro. Incluso en las elecciones federales recientes vimos que figuras como AMLO, no despertaron mayor entusiasmo. Por tanto, efectivamente habrá de buscarse entre el mejor posicionado —que hoy todo indica es Gabino Cué—, el que más consensos genere entre las fuerzas políticas participantes y la sociedad civil acompañante; y que sea capaz de capitalizar los excesos del régimen para generar una alternativa de cambio. Pero, el verdadero reto es generar las expectativas necesarias para que la gente salga a votar.

En ese sentido, las posibilidades podrán ir de la mano de los candidatos y las campañas por las diputaciones y, sobre todo, por las presidencias municipales.

IV. ¿Transición o continuismo?; ¿alternancia o cambio?

Si, venciendo todas las resistencias e intereses, se concreta la alianza opositora, ésta carecería de sentido si no va acompañada de una agenda que permita la transformación de las estructuras y las prácticas que tienen a Oaxaca en el atraso político, económico y social.

De no ser así, un eventual triunfo opositor no es garantía de tránsito alguno hacia la democracia, ni siquiera de poner coto a las corruptelas y vicios gubernamentales. El mejor ejemplo de ello lo tenemos en el ámbito federal; la alternancia en el 2000 no fue sino una reedición de los viejos y anquilosados vicios del sistema político mexicano, que ahora no han hecho sino pluralizarse y tornarse en carta de presentación de los gobiernos de todos los colores partidarios. Y en Oaxaca, un ejemplo lo constituye en la movilización de 2006, que careció de un proyecto político claro, uno de los factores que incidieron en su posterior desarticulación.

La construcción de una agenda común no es tarea fácil. Se requiere de una amplia participación de la sociedad civil, de todos los signos ideológicos. La agenda debe estar lejos de una posición contestataria, en cambio, debe atender los problemas torales de Oaxaca. Se requiere también la participación de expertos que puedan concretar la agenda y no sea un catálogo de buenas intenciones. Habrán de evitarse posiciones extremistas, tanto de partidos como de los representantes de la sociedad. Temas que polaricen las posiciones o que sean evidentemente contrarias a las posiciones de alguno de los partidos —como el aborto, por ejemplo—, tendrán que posponerse a la correlación de fuerzas que resulte y al debate posterior.

Una tarea que se antoja complicada, máxime si predominan los protagonismos y las posiciones intransigentes, situación frecuente en Oaxaca. Pero, si no se logran conciliar esos intereses y posiciones, de poco servirá un acuerdo entre partidos que conduzca a una alternancia, sin cambios en la práctica política. En cambio, una agenda democrática, que atienda los problemas torales de Oaxaca y plantee alternativas de solución, es plausible y puede constituirse en punta de lanza para generar los cambios, independientemente de los resultados electorales, dado que sería indispensable que cualquier gobierno, del color partidario que sea, la asuma como compromiso.
Las municipales, posibilidad de capitalizar

En la historia oaxaqueña, un factor indispensable para el equilibrio y la estabilidad, así como para el inicio de transformaciones de largo alcance, lo constituyen sus municipios y comunidades. Y el año próximo, también habrán de renovarse los gobiernos locales de 570 municipios de la entidad.

La nueva legislación electoral establece que en 2010 se realizarán, al mismo tiempo, comicios para gobernador, diputados locales y presidencias municipales. El hecho de que concurran tres procesos electorales abre posibilidades para todos los partidos para buscar una mayor participación ciudadana. Recordemos que las contiendas que mayor pasión y compromiso despiertan son las elecciones de los ayuntamientos.

De hecho, los primeros y más importantes triunfos opositores lo han sido en los comicios municipales; ahí arrebataron desde 1995 las principales ciudades de la entidad … hasta el 2007; en los pasados comicios estatales, el PRI inicia su recuperación precisamente en los municipios, arrebatando a la oposición un importante número de esos ayuntamientos.

Así, la disputa por la gubernatura en el 2010 podría definirse en gran medida en los comicios municipales, dado que aún cuando pueda presentarse un voto diferenciado, es mayor el peso de las inercias de votar por un solo partido en los tres procesos que concurren.

Por supuesto, ésta es una oportunidad y un reto para todos. Si el PRI repite la estrategia de 2007, dividiendo el voto opositor y empleando toda la estructura y recursos gubernamentales y partidarios, o bien inhibe lo suficiente la participación ciudadana, podrá repetir sus triunfos. Finalmente serán sólo 152 los municipios, pero son los de mayor peso poblacional, los que concentran más de las dos terceras partes de los electores.

Por el lado de la posible alianza, la definición de los candidatos será fundamental, pero entraña gran complejidad. Si bien es cierto que, haciendo un rápido balance, normalmente son dos partidos los que se disputa las presidencia: en algunos PRI vs PAN, en otros PRI vs PRD o PC. Así las cosas, habrían de hacerse a un lado los mezquinos intereses de facciones, familias, tribus y organizaciones sociales, para definir las candidaturas.

En mucho, en la definición de la contienda en los municipios, se juega más que los ayuntamientos, es la definición misma de la gubernatura y la integración del Congreso local.
¿CUÁL FUTURO PARA OAXACA?

“El comienzo de toda guerra puede descubrirse, no en el primer acto de hostilidad, sino en los consejos y los preparativos que la anteceden", señala el poeta inglés John Milton. Así, en Oaxaca las hostilidades por la sucesión gubernamental hace rato que iniciaron. Y es que no es poco lo que está en juego. En el 2010 no es sólo el continuismo o no del grupo en el poder lo que está en juego, sino la posibilidad de exacerbación del rostro autoritario del régimen, o en sentido contrario, de una mayor apertura que permita detener la grave crisis que hace tiempo vive la entidad.
La disputa es en el interior y por fuera de los partidos políticos. Lo mismo en el PRI que en los partidos de oposición se enfrentan fuerzas que son sostén de una u otra posición. Las definiciones no pueden esperar mucho tiempo; antes de que concluya este año, seguramente se sabrá ya si se concreta o no la alianza, así como el nombre del priista que sea ungido.

Más allá de los arreglos o entuertos de la clase política, la definición del rumbo debería ser asumida también y sobre todo por la ciudadanía, informándose, participando, empujando propuestas. Porque como en toda guerra, son los civiles, aquellos que no se encuentran en uno u otro bando, los más perjudicados; y en la tradición oaxaqueña es la sociedad la menos tomada en cuenta y, al mismo tiempo, la principal damnificada.

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