REVELANDO EL SECRETO.

martes, 16 de junio de 2009

Las organizaciones secretas de la ultraderecha mexicana.
Revista Milenio.
Documentos de los archivos secretos del Vaticano revelan acciones para destruir al nuevo gobierno de México realizadas desde la Revolución de 1910 hasta la Guerra Cristera de 1929.
En los archivos secretos del Vaticano se descubrieron documentos donde se comprueba la intención de la Iglesia de intervenir en la política mexicana y alcanzar de manera encubierta el poder en el país, a pesar de que el Papa Pío XI ordenó públicamente en 1929 la desaparición de las organizaciones secretas. En los documentos vaticanos se encontraron registros con los nombres de Asociación del Espíritu Santo o Cofradía del Espíritu Santo y de la Unión de Católicos Mexicanos, conocida como la U, que planteaban obtener la Presidencia de la República 70 años después, proyección que curiosamente coincidió con el arribo de Vicente Fox a Los Pinos en el 2000.
Al participar en las Jornadas de Historia “Iglesia, Independencia y Revolución”, organizadas por la Universidad Pontificia de México a mediados de mayo, Yves Solís expuso su investigación realizada durante 2006 y 2007. El académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Santa Fe, encontró en el Vaticano los estatutos de la U, inexistentes en los archivos de la Iglesia en México. Creada originalmente para “destruir al Estado revolucionario” a través de organizaciones cuyos líderes se comunicaban con señas para conservar el anonimato, la U preparó a jóvenes voluntarios de colegios católicos como líderes políticos; la mayoría militó en el Partido Acción Nacional (PAN). Entre los fundadores de esta organización secreta se encuentran el arzobispo Luis María Martínez, hoy beato en busca de canonización; el santo cristero Anacleto Flores; Adalberto Abascal, abuelo de Carlos Abascal —el reconocido líder empresarial y ex secretario de Gobernación durante la administración foxista—; René Capistrán Garza, funcionario cercano al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, y el propio secretario de la U, José María Troncoso.
Riguroso secreto
Yves Solís comentó a MILENIO Semanal que la U fue creada el 25 de mayo de 1915 en Morelia, en el contexto de la Revolución carrancista, con la finalidad de favorecer la presencia de la fe católica en la sociedad y el establecimiento del reino social de Cristo en México. Su primer nombre fue Asociación del Espíritu Santo. Esta organización, cuyos miembros estaban sujetos a un riguroso secreto, se expandió con la ayuda de su fundador, el sacerdote Luis María Martínez, después arzobispo primado de México. A dos años de su fundación, la U anunció un programa político de transformación de México y en 1920 estableció formalmente en sus estatutos una “acción política de destrucción del Estado”, evaluada y rechazada por el Papa Pío XI. No obstante, el 10 de octubre de 1920, la Unión de Católicos Mexicanos fue aprobada por la jerarquía católica nacional durante los festejos de coronación de la Virgen de Guadalupe. Sus tres grandes finalidades eran defender a la Iglesia y a los católicos, implementar el orden social cristiano en el país y, finalmente, lograr la independencia y la soberanía de la nación. “Este era un programa alentador, pero iba totalmente en contra del proyecto revolucionario”, apuntó Solís. “La U no quería ser pública pero operó para ejercer un control total sobre agrupaciones públicas tanto sociales como políticas. De acuerdo a lo encontrado en los archivos del Vaticano, la U tomó el control de, entre otras, la Unión Nacional de Padres de Familia, creando comités de instrucción para impedir que las ideas de la Revolución se aplicaran en las escuelas”. En Morelia, puntualizó el académico, tuvo más éxito y “lograron que renunciara un alcalde, así como la desaparición de periódico El Heraldo de Michoacán, porque atacaba constantemente a la Iglesia”.
Y añade: “Si bien hasta 1919 su acción surgió principalmente de la Arquidiócesis de Morelia, con el regreso de los diferentes obispos y la aceptación en octubre de 1920 de la U se ampliaron sus actividades a escala nacional. Para 1922 la asociación registraba cerca de dos mil personas en la Ciudad de México, Morelia, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Yucatán, Aguascalientes, Zamora, León, Querétaro, Saltillo, Tamaulipas, Querétaro, Colima y Tepic, con la finalidad de organizar las fuerzas de los católicos para fines electorales”. Uno de sus opositores fue, paradójicamente, el delegado apostólico Ernesto Filippi, quien aseguraba que a través de la manipulación de diferentes órganos de la sociedad civil y de asociaciones católicas la U imponía diputados, logrando así penetrar la élite política e intelectual del país, puntualiza Solís.
Al conocer los objetivos de la organización, el investigador documenta que Filippi envió un reporte al Papa Pío XI donde considera que ésta organización “representa un peligro”, y agrega que “por causa de la delicadísima situación político religiosa mexicana, las actividades secretas de la U podrían dar lugar a gravísimos y dolorosísimas consecuencias para la Iglesia y para la tranquilidad de la nación”. Sin embargo, el delegado apostólico no logró concluir su trabajo en México porque fue expulsado en 1923, luego de colocar la primera piedra del monumento a Cristo Rey en el cerro del Cubilete.
Solís indicó que “el primer ensayo de acción política se hizo a finales de 1918, en las elecciones municipales de Morelia. En secreto se estudió una candidatura, se redactó un manifiesto y dos días antes de las elecciones se publicó. La candidatura y todos los socios de la U, entonces cerca de 60, se convirtieron en propagandistas en apariencia sin vínculos ni organización. El día de las elecciones tomaron las casillas y de esta manera lograron el control de la junta encargada del conteo. Ganó su candidato”. La U también tuvo éxitos en el plano nacional, donde logró instalar a cuatro diputados y a presidentes municipales en Acámbaro, Zinapécuaro, Aguascalientes y Zamora, de acuerdo con los documentos.
Salvador Abascal señaló en su momento que “el establecimiento de la UCM, su rápida difusión, su sólido perfeccionamiento y los resultados que había producido a pesar de los defectos de nuestro carácter mexicano y de las críticas circunstancias de la República, hacían pensar a sus miembros que ésta era una obra de Dios, e infundía la esperanza de que con las bendiciones celestiales se produciría en el porvenir frutos de vida para la Iglesia y para la patria”. Algunos obispos decían en 1930 que al catolicismo le iba a costar 70 años más retomar el control político del país; en el 2000, “con la llegada al poder del PAN, podemos ver que la U tuvo cierto éxito”, concluye Solís.
En el Congreso de la U celebrado en Morelia en diciembre de 1921 se acordó que los esfuerzos principales en el orden social se concretarían a las uniones profesionales y a las escuelas. Al referirse a la acción nacional o política, se estableció que “carecerían de base las obras sociales de nuestra Patria si no se trabajara por dárselas muy firmes en el terreno político. La injusticia increíble de nuestras leyes y los caprichos sectarios de nuestros gobernantes son la espada de Damocles suspendida siempre sobre toda obra católica, sea escuela, sindicato, periódico, hospital (sic), etcétera. Si alguna de estas obras subsiste es por nuestra audacia y por alguna condescendencia de los enemigos, fruto de su temor o de algún resto de vergüenza. Es preciso que tarde o temprano cambien nuestras leyes y nuestros gobiernos y esto será imposible si los católicos no entran en el terreno político (sic), ni podrán entrar con probabilidades de éxito si no forman una organización política suficientemente poderosa y suficientemente oculta. Por eso la UCM entra resueltamente en política, no para enlazar su suerte con ningún partido ni para hacer política menuda, sino para lograr que se respeten si posible es, por todos, los principios católicos y los derechos de la Iglesia”.
Las reglas impuestas para pertenecer a esta organización se encuentran en los estatutos. Los socios, manifestó el investigador del ITESM, tenían que ser de conducta irreprochable y discretos, “había que ser un profesional de la fe católica” y todos debían protestar un juramento secreto y contraer un compromiso de honor para sujetarse a la disciplina. “Ningún socio tenía autoridad para invitar a otra persona a pertenecer a la U; para ingresar se investigaba al candidato y de ser así se aceptaba su ingreso por un miembro de mayor antigüedad quien hablaba con él y lo integraba a una sus unidades denominadas compañías”. Solís señaló que en los documentos encontrados se detalla cómo se identificaban los socios de esta organización: “usaban un distintivo de la U, un alfiler con cabeza dorada en la solapa; las señas mudas eran llevar en el pecho la mano derecha tocando tres veces el corazón con el dedo índice, a lo que contestaba el interpelado cruzando los brazos”. A la pregunta de “¿pertenece usted a la Asociación del Espíritu Santo?”, se contestaba: “Gracias a Dios”. A “¿conoce usted a la Unión Comercial Mutualista?”, debía contestarse con “¿la UCM?”. En sus reuniones eran recibidos por porteros a quienes se les tenía que decir santo y seña para tener ingreso. Además, estaban obligados a una cuota.
La U es considerada como la génesis de las organizaciones de ultra derecha. Al desparecer ésta se creó en mayo de 1937 a la Unión Nacional Sinarquista, en la ciudad de León, Guanajato, bajo la tutela de José Antonio Urquiza Septién. Sinarquismo es una palabra que significa con gobierno, con autoridad, con orden, y tiene como meta implantar en México el reinado social de Cristo a través de la aniquilación del Estado laico. Los sinarquistas aseguran que luchan contra el caos político, económico, cultural, ecológico, educativo y religioso que abruma al país y, sobre todo, contra la educación laica y materialista, que mal instruye y deshumaniza. También asegura combatir a “los políticos cínicos y ladrones que se la pasan diciendo discursos, que por decir mucho, no dicen absolutamente nada, y que aliados con el enemigo anticristiano y mundial tienen a la Patria como botín”.

Manifiesto Cristero
El 26 de noviembre de 1926, René Capistrán Garza dio a conocer este manifiesto en el cual se convoca al levantamiento cristero: “El Régimen actual que oprime a la nación mexicana manteniéndola humillada bajo la férula de un grupo de hombres sin conciencia y sin honor, pretende convertir a la Patria en un campo de brutal explotación y a los ciudadanos en un conglomerado sujeto a la esclavitud. México está en el deber de salvarse de sus tiranos y para eso se necesita destruirlos. No es esta una revolución; es un movimiento coordinador de todas las fuerzas vivas del país. No es una rebelión; es una enérgica e incontenible represión contra los verdaderos rebeldes que, desafiando la voluntad popular, están ejerciendo arbitrariamente el poder. Se llama a las armas al pueblo y al Ejército mexicanos, bajo las banderas de la libertad, proclamando el siguiente plan:
I. Se desconocen los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Unión.
II. Se desconocen los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de los Estados. Se reconoce validez legal a los actos efectuados por el actual Poder Judicial en el territorio controlado por el Gobierno usurpador en todo aquello que no contradiga los principios fundamentales del programa de este movimiento.
III. Se desconocen todos los ayuntamientos de la República, y durante el Gobierno Provisional los munícipes serán nombrados por el Jefe del Poder Ejecutivo en la Ciudad de México, en el Distrito y Territorios Federales y por los Gobernadores de los Estados en su jurisdicción.
IV. Los iniciadores de este plan asumirán los cargos respectivamente de Jefe del Poder Ejecutivo y encargado del Control Militar.
V. El Jefe del Poder Ejecutivo designará un cuerpo consultivo y nombrará al personal que integre las Secretarías de Estado, a los Gobernadores de los Estados y autorizará los despachos militares superiores al grado de Coronel.
VI. Queda a cargo del Gobierno Nacional Libertador la reorganización política, social y económica del País.
La hora de la batalla ha sonado; la hora de la victoria pertenece a Dios”.
Los documentos con la información en el archivo secreto del Vaticano son: “Messico Circa un’Associazione Catollica segreta”. ASV (Archivio Segreto Vaticano). “Affari Ecclesiastici Straodinari” (AES), “Circa una asociazione Cattolica Segreta”, México, junio de 1922, Sessione 125; Stampa ilustración/grabado 1094. AES, y “Rapporti Sessioni”, 1922.
María Eugenia Jiménez Cáliz

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